Sergio Cinza, médico de atención primaria: «La insuficiencia cardíaca conlleva en todos los pacientes una pérdida significativa de energía»

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El doctor analiza el papel de la atención primaria en una patología que desarrollarán una de cada cinco personas a lo largo de su vida y por la que cada año mueren en España 20.000 pacientes

09 may 2024 . Actualizado a las 13:36 h.

El doctor Sergio Cinza es médico de familia y director de la Agencia de Investigación Semergen (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria), en el Día Mundial de la Insuficiencia Cardíaca reivindica la importancia de la detección prezoz. Según datos de la Sociedad Española de Cardiología, en nuestro país hay unos 770.000 pacientes de insuficiencia cardíaca y se calcula que solo un 50 % sobrevive pasados 5 años desde el momento del diagnóstico.

Se estima que entre el 4,7 % y el 6,8 % de los mayores de 45 años padecen insuficiencia cardíaca, cifra que alcanza el 16 % en los mayores de 75 años. Representa más del 25 % de todos los ingresos por enfermedades cardíacas y 1 de cada 10 ingresados por esta patología fallece antes del alta. En un año, la mortalidad sube hasta el 20 % y a los cinco años se sitúa en torno al 50 %.

—¿Qué es y cuál es la prevalencia de esta patología?

—La insuficiencia cardíaca (IC) es una patología en la que el corazón no tiene capacidad para bombear la cantidad suficiente de sangre para que el organismo realice sus funciones. Actualmente, y según diversos estudios, está presente entre el 3 y el 6 % de la población. Es importante destacar que es la causa más frecuente de ingreso hospitalario en nuestro país y, por lo tanto, una de las enfermedades que más gastos sanitarios genera.

—¿Cuáles son las principales causas?

—Las causas de la insuficiencia cardíaca son diversas, incluyendo cualquier factor que pueda dañar el corazón. Entre las más comunes se encuentran el infarto de miocardio y la presencia de factores de riesgo cardiovascular no controlados, como la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, que son las más frecuentes. Además, es importante considerar la exposición a tóxicos, que abarca desde el consumo de alcohol hasta las secuelas de tratamientos oncológicos, incluyendo tanto la quimioterapia como la radioterapia aplicada en el área torácica.

—¿Y los síntomas?

—Clínicamente, la insuficiencia cardíaca se manifiesta no solo con debilidad o astenia, sino también con signos de congestión que pueden afectar a las piernas y el abdomen, así como a los pulmones.

—¿Por qué es tan importante la detección precoz y qué papel juega en esto la Atención Primaria?

—El médico de atención primaria (AP) juega un papel crucial tanto en la sospecha diagnóstica inicial como en la identificación precoz de episodios frecuentes de descompensación en pacientes con insuficiencia cardíaca. Este rol asistencial es vital porque permite iniciar de manera temprana tratamientos que han demostrado ser beneficiosos para el pronóstico de los pacientes, reduciendo la tasa de ingresos hospitalarios y la mortalidad.

En cuanto a la identificación de descompensaciones, esta labor es igualmente crítica, ya que permite instaurar tratamientos eficaces para controlar la congestión pulmonar y periférica, que son las principales complicaciones de la insuficiencia cardíaca. Controlar estos síntomas de manera efectiva puede evitar ingresos hospitalarios adicionales, lo cual es fundamental. Se ha demostrado que cada ingreso hospitalario empeora de manera significativa el pronóstico de supervivencia del paciente con insuficiencia cardíaca.

—¿Cómo afecta a la calidad de vida del paciente?

—Aunque varía entre individuos, la insuficiencia cardíaca conlleva en todos los pacientes una pérdida significativa de energía, lo que limita su capacidad para llevar a cabo actividades diarias. Esto aumenta la probabilidad de caídas y la necesidad de asistencia en muchas tareas cotidianas, incrementando el riesgo de fragilidad y dependencia.

—¿Cuáles son las principales líneas de tratamiento?

—Aunque varía según el tipo de insuficiencia cardíaca, todos los pacientes se benefician del control estricto de los factores de riesgo y del tratamiento con inhibidores de SGLT2, que son efectivos para todas las formas de IC. Asimismo, es importante destacar que el uso de diuréticos en pacientes con congestión ofrece un beneficio claro.

Es crucial distinguir entre los pacientes cuyo corazón presenta una fracción de eyección reducida (menos del 40 % de la capacidad de contracción) o moderadamente reducida (40- 50 % de esa capacidad de contracción). Estos grupos se benefician adicionalmente de fármacos como los beta-bloqueantes, antagonistas de mineralocorticoides, y bloqueantes del eje renina-angiotensina asociados con inhibidores de neprilisina.

—Aunque la edad sea un factor fundamental, ¿se ven, como en otras patologías, cada vez más casos en gente cada vez más joven?

—La insuficiencia cardíaca sigue estando estrechamente vinculada a la edad, entre otros factores, debido a que requiere de la acumulación de daños cardíacos causados por otras enfermedades a lo largo de los años para su desarrollo. Como mencioné anteriormente, los factores de riesgo cardiovascular desempeñan un papel crucial, especialmente la obesidad y la diabetes, que son cada vez más frecuentes en la población occidental y están comenzando a aparecer a edades más tempranas. Si esta tendencia continúa, es previsible que en los próximos años veamos un inicio más precoz de los casos de insuficiencia cardíaca.

—Es el Director de la Agencia de Investigación de Semergen, ¿por qué es tan importante impulsar la investigación desde Atención Primaria?

—Disponemos de una amplia cantidad de información clínica derivada de ensayos clínicos y estudios observacionales realizados con pacientes reclutados en el ámbito hospitalario. En nuestra área de trabajo, es característico el seguimiento prolongado del paciente a lo largo de su vida y, por ende, de sus patologías crónicas. Investigar cuáles son las prácticas clínicas son más eficientes y tienen un mayor impacto en el pronóstico de los pacientes es fundamental.

—Además, es el investigador principal del estudio Iberican, que analiza la prevalencia, incidencia y distribución geográfica de los factores de riesgo cardiovascular en población adulta española asistida en Atención Primaria. ¿A qué factores de riesgo apuntan los primeros resultados?

—Hasta ahora, hemos publicado resultados sobre obesidad, diabetes mellitus, hipertensión arterial y síndrome metabólico, entre otros factores de riesgo. Además, hemos analizado las características de los pacientes con insuficiencia cardíaca y enfermedad renal crónica, así como marcadores inflamatorios accesibles en atención primaria, como la hiperuricemia. Contamos con una base de datos muy rica en información que estamos aprovechando intensamente, aunque lo más importante aún está por venir.

—Diez años de seguimiento a más de 8.000 pacientes, ¿en qué punto están?

—Efectivamente, los pacientes serán seguidos durante 10 años. El reclutamiento para este estudio concluyó en 2019, por lo que los primeros participantes que completen el seguimiento finalizarán su participación en 2024, y este proceso se extenderá hasta 2029.

Actualmente, nos encontramos en la fase de seguimiento, actualizando eventos, datos de exploraciones físicas y análisis que se registran anualmente. Esto nos permitirá analizar tanto el efecto a largo plazo, de 10 años, de los factores de riesgo, como el impacto de las modificaciones y control de estos factores a lo largo del tiempo. Hasta la fecha, ningún estudio ha analizado este aspecto en particular.

Además, la robustez del estudio nos ha permitido integrarnos en la cohorte CORDELIA, en la cual 34 cohortes clínicas contribuimos con datos de nuestros pacientes, incluyendo información genética. Esto nos ayuda a entender cómo y en qué medida los datos genéticos influyen en el riesgo cardiovascular de los pacientes. 

—Teniendo en cuenta el estudio, ¿cuáles son los principales cambios en el estilo de vida que cree que toda persona debería introducir?

—Sin duda alguna, es fundamental modificar nuestro sedentarismo e incorporar actividad física en nuestras rutinas diarias, acompañada de cambios dietéticos hacia alimentos menos procesados y con menor contenido de sal, azúcares y grasas. Estas medidas son clave para prevenir el sobrepeso y la obesidad. Actualmente, el sobrepeso y la obesidad constituyen una verdadera epidemia en las sociedades occidentales y están asociados con problemas metabólicos, como la diabetes mellitus y el síndrome metabólico. Estas condiciones incrementan el riesgo de daños a órganos vitales, incluyendo la insuficiencia cardíaca y la enfermedad renal crónica.